Una de las diferencias que observo entre los bailarines que más me gustan es su plasticidad a la hora de interpretar la música, saltando de una parte a otra del cuerpo según el instrumento dominante.
Cada instrumento tiene su carácter aunque estén tocando las mismas notas; el bailarÃn tiene la libertad de poder hacer revolotear la danza sobre su cabeza o bajarla hasta la tierra y ello proporciona una información visual en consonancia con la música, hace que la danza viaje a través de su cuerpo.
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Fátima Hispania en Casa Patas, Bellyquality 2019 |
A su vez, también podemos optar en un momento dado por interpretar un instrumento que no siendo dominante en ese momento sà que esté transmitiendo un sonido concreto que nos inspira.
Todo son opciones, unas generales y otras detallistas, pero suponen un recurso muy interesante que eleva la calidad de la danza enormemente.
En una representación donde la música no llegase a oÃdos del espectador en última fila, quizás por nuestros movimientos él pueda saber qué instrumento interpretamos en cada momento.
De esta forma y a grandes rasgos:
- Nay, se corresponde con un trabajo aéreo de brazos, ligeros, ondulantes y altos.
- ViolÃn, trabajo horizontal de brazos y hombros, por debajo de la cabeza.
- Guitarra, rababa: son los instrumentos que se relacionan con el pecho.
- Acordeón: ondulaciones de vientre y caderas.
- Percusión darbuka: trabajo de cadera, fuerza, precisión.
- Percusión cajón flamenco, palmas, bastón: fuerza de pies, el golpeo, la unión máxima a la tierra.
No es fácil, no siempre controlamos cada aspecto, pues en un escenario nos influyen muchÃsimas cosas que pueden desviarnos (como la emoción sin ir más lejos) pero sà podemos focalizar parte de nuestros ensayos en ello. Los resultados van llegando poco a poco y compensan el esfuerzo.